La Guerra del Francès: La batalla de Sant Joan

Divendres, 11 de juny de 2021

El comte de Toreno, sempre dur amb José Caro, afirmava que «En Valencia D. José Caro, más bien que en la guerra, pensaba en ir adelante con sus desafueros. Dejó que se perdiesen Lérida, Mequinenza y hasta el castillo de Morella, sin dar señales de oponerse al enemigo ni siquiera de distraerle. Al fin, viendo Caro que se aproximaban los franceses y que la voz pública se acedaba contra tan culpable abandono, mandó a D. Juan Odonojú, […], que se adelantase con 4.000 hombres», és a dir, aquell que inexplicablement havia deixat desguarnida Morella l’havia de recuperar, el que propiciaria una de les batalles campals més interessants de la província de Castelló al llarg de tota la guerra, més o menys el que se coneix com el Pla de la Batallera, el que se coneixeria com la batalla de Sant Joan. Hi ha diverses fonts que parlen d’ella, i la més interessant, no com un document accessible i fàcil de llegir sinó com històric, estaria publicada a la Gaceta Extraordinaria de Valencia, el 4 de juliol del 1810, per ma del mateix O’Donojú, un part llarg i pesat, on no deixa molt clara la situació de les tropes, la veritat és que havia perdut. El relat de Segura Barreda és més interessant perquè delimita bé els llocs exactes i la situació general, «El día 23 de Junio al despertar por la mañana descubrieron algunas guerrillas de españoles en las sierras del sud. No tardó el grueso de la columna de Odenejú a ocupar la sierra del Águila, desfilando algunas compañías que se colocaron en la vertiente del monte, masía del Bosch y sierras del camino de Valencia. El General francés Mont Marie que miró como un reto la aproximación de los españoles, salió con sus tropas por la puerta de Alós y desplegando sus batallones por el coll del Regall y masía de Eroles procuró ocupar la derecha del Bergantes en sus más elevadas posiciones. Comenzó el fuego de guerrillas, continuado con las descargas por batallones. Las fuerzas eran iguales; cinco mil españoles y otros tantos franceses. La caballería española estaba en orden en los llanos de Batallera, y como los enemigos no avanzaban, dispuso Odenejú que un batallón atravesase el llano para llamar la atención de los contrarios, o desalojase de sus posiciones a las compañías que se habían parapetado en la vertiente sud del Pas. Algunas horas duró el fuego graneado, hasta que los españoles movieron para atacar a los franceses en sus trincheras; pero estos se retiraron a la plaza, abandonando por entonces el campo». No pintava la cosa malament pel bàndol insurrecte, però les coses anirien a pitjor al dia següent, «El 24, día de San Juan, salieron los enemigos a las ocho de la mañana, acampando su caballería en el llano del Real. Los españoles ocupaban la posición del Bosch y su caballería el llano de la Batallera. Dos batallones franceses se posesionaron de las alturas de Aguilar y Beneito, mientras que el grueso de su ejército tomó el camino de Valencia. El fuego fue terrible hasta la una de la tarde y entonces quisieron los españoles pasar a la derecha del río, cuando una masa de tres mil hombres les obligó a repasarlo y ocupar las mismas posiciones. Las guerrillas francesas llegaron hasta el puente de Taules parapetándose en las rocas, pero fueron desalojadas por nuestros tiradores y la caballería que había pasado al mesón de Nuella. Cansados unos y otros se decidieron atacarse a la bayoneta. La bravura de nuestros soldados hacía desmayar a los franceses, que perdían terreno, cuando algunos batallones de reserva atacaron nuestra ala izquierda y la obligaron a retirar. Corre en auxilio suyo la otra mitad y no pudiendo reunirse, tocan a retirada y emprenden la marcha por el camino de Vallivana». Suchet comentaria en les seves memòries, «El general O-Donojú llegó hasta las cercanías a finales de junio, y tomó posiciones que anunciaban la intención de cercar a la tropa francesa y dejarla sin víveres. Pero el general Montmarie, poniéndose al frente del bravo regimiento 14 y del 3º del Vístula, no le dio tiempo de completar su maniobra. Se dirigió sin dilación contra el enemigo, le derrotó y lo puso en fuga. Desde entonces ya no se nos disputaría más la posesión de Morella. El ejército de Aragón formó allí un primer enclave que fue incrementando más adelante, y que conservó hasta la completa evacuación del reino de Valencia. Como los Moros, que habían hecho la guerra sobre el mismo teatro siglos enteros, nos íbamos apoderando de los puestos más elevados, que procurábamos fortificar para colocar con seguridad en ellos nuestros depósitos de municiones y de víveres y, sobre todo, para ejercer desde allí una influencia moral sobre la población que, incloso en los lugares en que parecía más obediente, se mostraba a menudo hostil o inquieta. Esta siempre parecía dispuesta a negar o, cuando menos, a disminuir las ventajas que nosotros obteníamos en campo abierto, pero la toma de una plaza o de un fuerte, la de los hombres y de los cañones, era un resultado positivo e incontestable, cuya huella no se borraba fácilmente, desarmaba su terquedad y contra el que su incredulidad no podía objetar nada». Una vegada més, no me cansaré de repetir-lo, amb bones paraules torna a deixar en el «cul a l’aire» a les autoritats valencianes, però dóna un matis molt interessant, i és el seu coneixement, o al menys el seu interès, de la història valenciana. De fet se queixaria amargament mesos després de les destrosses que farien al teatre romà de Sagunt per fortificar el seu castell, un esforç que, damunt, no valdria per a res, però que faria perdre un monument reconegut i estimat a tota Europa. Per una altra banda parla de «ejército de Aragón». Suchet establiria un lligam molt especial amb l’Aragó, de fet el seu exèrcit, ben prompte, seria batejat com l’Armée d’Aragon, i així seria fins a l’armistici final ja en terres franceses, al 1814. A la Gaceta de Madrid, el 9 de juliol, que és equivalent al nostre BOE, i que estava controlat pel govern afrancesat, afirmaria que «Con fecha del 29 de junio escribe de Alcañiz el excelentísimo señor general en gefe al señor general de división Musnier en estos términos: «A mi llegada aquí he encontrado confirmado el feliz suceso del general Mont-marie sobre los valencianos. Los ha batido y perseguido por espacio de tres leguas. Los oficiales prisioneros han confesado que habían sufrido una pérdida de 1.100 hombres entre muertos y heridos, mientras que por nuestra parte no hemos tenido sino 14 muertos y 58 heridos», informació fantasiosa, que només respon a la manipulació propagandística. El final de la batalla, que podríem considerar en taules, va ser tràgic, i ja no parlo dels combatents, ja que la seva feina era (sempre ho és) lluitar i morir, «gajes del oficio», sinó pels civils que inconscientment se van arrimar a observar la batalla, com apunta Segura Barreda, «La curiosidad había llamado a muchos paisanos de los pueblos inmediatos a las sierras del sud para presenciar la batalla, cuando un escuadrón de caballería dejó los llanos del Real, y trepando por la cuesta de la Umbría corre a alcanzar a los miserables, dando muerte a los que no pudieron escapar», una situació que ens ha recordat diverses series o films nord-americanes en la seva guerra civil, on burgesos i gent adinerada (no vol dir això que fora el cas morellà, no ho sabem) s’arrimaven a contemplar la batalla com un divertiment, divertiment que agafava tints dramàtics quan acabaven a l’abast de l’artilleria enemiga. Ja ho cantava Píndaro, Dulce Bellum Inexpertis, la guerra atrau a qui no l’ha patit.

José Caro cauria en desgràcia a l’agost, quan intentaria fer una operació per trencar el setge de Tortosa, on Suchet tenia emprats els seus millors recursos, penúltima fita per poder avançar decididament cap al Regne de València. Caro avançaria a petició del capità general de Catalunya, molt ofegat per la situació, i com sempre rosegant, com comenta Toreno, «se movió aquél [Caro] por la costa lentamente y más tarde de lo que conviniera. Llevó consigo 10.000 hombres de línea y otros tantos paisanos, y se situó en Benicarló y San Mateo. El general Suchet vino por Cali [Calig] a su encuentro con 10 batallones y también con artillería y caballería. Caro no le aguardó, replegándose, después de ligeras escaramuzas, a Alcalá de Gisbert, y de allí el 16 de Agosto a Castellón de la Plana y Murviedro». No va ser una derrota honrosa, «No retrocedió en desorden el ejército valenciano, si bién su jefe, D. José Caro, dio el triste y criminal ejemplo de ser de los primeros y aun de los pocos que desaparecieron del campo. Zahirióle por ello agriamente su hermano D. Juan, hombre ligero, pero arrojado, de quien hablamos allá en Cataluña», aquest Juan Caro seria destacat carlí dècades després.

A València li la tenien jurada. Caro era d’aquells que se serviria de gent per aconseguir els seus objectius i que, una vegada aconseguits, els menysprearia o inclús eliminaria, «Con la conducta que en esta ocasión mostró el general de Valencia se acreció el odio contra su persona, y lo que aun es peor, menospreciósele en gran manera. Se descubrieron asimismo tramas que urdía y proscripciones que intentaba, propalándose en el público sus proyectos con tintas que entenebrecían el cuadro. Temeroso, por tanto, se escabulló disfrazado de fraile (traje harto extraño para un general), y pasó luego a Mallorca, sin cuya precaución hubiera tal vez sido blanco de las iras del pueblo», on acabaria morint poc temps després. I així acaba la vanitat humana representada en un arquetipus com José Caro. Així firmava els decrets i bàndols que emetia el 1809, «Don Joseph Caro y Sureda, Maza de Lizana, Cornel, Luna de Aragón, Fontes, Bevengut, Carrillo y Albornoz, Roca y Ruiz de Sax, Valero, Fortuny, Togores; Caballero de Justicia de la Orden de San Juan de Jerusalen; Mariscal de Campo de los Reales Exércitos; segundo Comandante General, e interino Comandante General de este Exército y Reyno de Valencia, etc. etc. etc.». En la cultura greco-romana, els Deus se recreaven en castigar a aquells mortals que, en comptes de comportar-se amb moderació i dignitat, cedien a la vanitat i l’egoisme. José Caro mai podia acabar be.

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