El quarter de Sant Francesc

Divendres, 18 de març de 2022

El reial convent de Sant Francesc és una de les joies del patrimoni històric i cultural que posseeix Morella, però la seva trajectòria ha sigut molt tumultuosa, com sol passar en aquesta mena d’edificis. Desamortitzacions, saquejos, incendis, destruccions de tota mena en definitiva, abandó, runa i finalment un reviscolament propiciat pel canvi de mentalitat de la societat espanyola durant el segle XX.

Que hage sobreviscut fins avui dia, parcialment restaurat, és cert, és un petit miracle. I aquest ha sigut propiciat gràcies a la guerra. Si, ningú la volem, hauríem d’erradicar-la d’una vegada per totes, però s’ha de reconèixer que és una enorme generadora d’efectes secundaris beneficiosos a posteriori, com diria aquell «no hay mal que por bien no venga». De tal manera, la fama carlina de Morella, la guerra carlina de Cabrera (1833-40), donaria a entendre al govern de Madrid que Morella havia de tenir un quarter permanent amb guarnició, pel que poguera passar. I de fet aquesta estratègia donaria el seus fruits a la III guerra carlina (1873-76), que mantindria a Morella dins del bàndol liberal durant tota la guerra. Això implicaria la seva ocupació entre 1840, més o menys, fins el 1911, facilitant la seva conservació. A un preu molt alt, és cert, però imagineu que no haguera tingut cap utilitat, que el govern haguera dit que pa què havia de gastar diners en mantenir un edifici de més de 500 anys. Haguera acabat com el dels Agustins, trossejat i venut a particulars per fer-se cases o corrals.

La marxa de l’exèrcit el 1911 seria un impacte fort per Morella, tant des de la vessant administrativa com econòmica. Per una banda no deixava de ser un desprestigi. Per una altra, ja era una tradició que la guarnició, depenent èpoques podien haver-hi entre 50 i 200 soldats, participara plenament en la societat morellana, de les seves festes però també de la seva economia. Tenir una companyia al quarter significava que hi havia un bon grapat de joves que consumien a les tendes i tavernes. I hauria molt bon ambient els dies de festa.

Però el quarter tenia data de caducitat. L’extraordinària estabilitat política, tant interna com externa (excepte Cuba i el Rif), que propiciaria la Constitució de la Restauració Monàrquica (1876-1923) condemnaria a Sant Francesc a l’abandó. Per què havia de destinar cap pressupost el govern a una guarnició innecessària? Així s’expressava el diari La Correspondencia Militar, el 21 de setembre de 1907, «Esta brigada [de Castelló] la componen los regimientos de infantería de Tetuán núm. 45 y Otumba núm. 49, y ambos tienen en Castellón sus oficinas, almacenes y terceros batallones, y turnan por año para dar los destacamentos de Teruel y Morella, con un batallón en cada una de estas plazas, cuyo sistema no produce más que gastos al Estado y oficialidad mil molestias innecesarias para las familias de los jefes y oficiales de dichos cuerpos, y absolutamente ningún género de ventajas».

Efectivament, el transport dels oficials se’ls havien de pagar de la seva butxaca, ja que l’Estat se desentenia d’aquestes despeses, motiu de malestar dins de l’exèrcit en aquelles èpoques. Quan un mando era destinat a Morella i tenia família, dona i fills, solien acompanyar-lo, i havia de pagar una petita fortuna, «Aunque estos relevos se hicieran cada dos años, serían también considerables los gastos que originan a los fondos de los cuerpos y a la oficialidad, sobretodo el viaje de Morella para las familias y equipajes, por las condiciones en que ha de hacerse y los medios de locomoción que necesariamente hay que emplear. Hay otras muchas razones que aconsejan un pronto y eficaz remedio a la actual situación […] aparte de que ha disminuido bastante la importancia estratégica de Morella». Així, se demanava la supressió del quarter de Morella, una vegada s’arreglara el de Teruel perquè poguera allotjar les forces destinades rutinàriament ací.

Claustre del Reial Convent de Sant Francesc en plena restauració. Autor: José Pascual, acaballes dels anys 50. Ajuntament de Morella

El que m’interessa avui és citar un acte molt especial, la jura de bandera que va fer la guarnició el 9 d’abril de 1905, publicat a La Correspondencia Militar, del dia 15, «Si bonito y grandioso es el acto de la jura en las grandes capitales en donde se cuenta con tantos elementos para solemnizarlo, no resulta menos imponente en los pequeños destacamentos, donde todo falta menos el entusiasmo que reina en todo corazón de infante. En Morella, antiguo pueblo conquistado a los reyes moros de Valencia por la sombra de Jaime I el Conquistador, representada por aquel valeroso noble que se llamó D. Blasco de Alagón, existe hoy día un batallón, el segundo del regimiento de Tetuán. ¿Y cómo tan invicto y entusiasta cuerpo no había de dar a conocer en el acto de la jura, el entusiasmo de los que tienen la honra de pertencer a él?».

El cap de la guarnició era el tinent coronel Emilio Comendador Díaz, i planificarien una jornada d’especial lluïment, «La fuerza veterana dividida en dos compañías mandadas por los capitanes D. Bernardo Estrada y D. Salvador Campos de Orellana, y a las órdenes de su comandante interino el veterano capitán D. Juan González Pascual, desfiló con su teniente coronel, desde el magnífico cuartel de San Francisco por la plaza de la Catedral [Arxiprestal] y la del Mercado [baixarien pel Pes] a la espaciosa plaza de los Estudios donde se había arreglado un modesto, pero elegante altar, delante del cual formó en columna la fuerza. El elemento oficial, representado por el dignísimo alcalde de esta ciudad D. Julián García Mateo, concejales, juez de primera instancia y otras importantes personalidades entre las que figuraban, en primer término, nutrida representación del clero, tenía cómodas tribunas desde donde se podía admirar el entusiasmo de éste muy español pueblo que no dejó balcón, ni ventana ni espacio vacio en la plaza, para poder saludar a la bandera española, que desde Teruel y por jornadas, desde Vinaroz, ha sido traída a este apartado lugar por los tenientes don Joaquín Lázaro y D. Francisco Caberizo».

És molt interessant observar l’impacte psicològic pels observadors de la llunyania de Morella, Ai la carretera!, «La misa fue rezada por el arcipreste de esta población y después de ella empezó la jura. Los quintos, que ya no lo parecían por su aire veterano y marcialidad en sus movimientos, honraron a sus instructores tenientes Rodas, Cancho, Guerri y Díaz del Castillo y a su capitán D. Bernardo Estrada, […]. Después de la jura, el digno teniente coronel Sr. Comendador, se dirigió a las autoridades y pueblo y les dió las gracias en la siguiente alocución: Cumplo con muchísimo gusto el deber que tengo de dar las gracias a las dignas autoridades eclesiásticas y civiles de esta población, por su cooperación para que este acto que es el más importante de la vida militar resulte más solemne. También doy las gracias al pueblo de Morella, que ha venido en masa a presenciar el juramento a la bandera y que en el poco tiempo que llevamos aqui, hernos visto lo amante que es del soldado, y esto, consiste en su ilustración, pues conoce que la fuerza armada es la que tiene que defenderlo en todo peligro en que se encuentre y ve que es el sostén del orden, condición indispensable para la prosperidad de los pueblos».

Les coses que estem vivint avui dia donen un altre sentit a les seves paraules, «También en la orden del día dirigió la siguiente alocución a los soldados: el juramento que habéis prestado es el más sagrado que todo católico puede hacer; habéis jurado a Dios y prometido al Rey el defender la bandera de la Patria, que es vuestra segunda madre, y que teneis que defender del mismo modo que lo haríais si insultasen o maltratasen a vuestra madre, que por ella perderíais hasta la vida; pues con la misma fe y con ese debar tenéis la obligación de defender la Patria cuando ésta se vea en peligro y cumpliendo esta sagrada obligación y siguiendo siempre a vuestros jefes y oficiales [en el fons els interessava sobretot això], éstos os llevaran a la victoria. Para terminar: decid todos los soldados: ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva al Ejército!».

No ho especifica, però segurament pujarien al quarter pel carrer Mare de Déu. Aquest acte se faria pel matí, així que els soldats tindrien un dinar especial a Sant Francesc, cuinat a la Sala De Profundis, que era on estava la cuina principal, és interessant comentar-ho, «Ningún cuadro más alegre puede haber, que el que representaba la fuerza del batallón a la hora de la comida; ésta consistió en estofado, cordero con tomate, postres, vino, café y un cigarro, que despacharon los soldados con la alegría que caracteriza al soldado español. Al final de tan opulento banquete, que fue presenciado por el digno teniente coronel y alcalde señor Garcia, los soldados entusiasmados dieron vivas a su coronel ausente [?], a Morella y alcalde señor Garcia, en agradecimiento por el regalo que de carne y cigarros hizo el Ayuntamiento».

Aquesta demostració d’entusiasme no era banal. Avui dia estem malacostumats a menjar carn gairebé tots els dies i a un preu raonable (de moment), però aquells joves provenien de tota Espanya, la majoria del món rural, on estaven farts de menjar farinetes i derivats. Eixe dia se sentirien en la glòria, i a més d’un li pareixeria que valia la pena fer la mili, «nosotros nos despedimos de tan hermoso espectáculo, felicitando al señor Comendador [amb aquest cognom sembla que estiguem en una altra època] por su celo e interés por este soldado, dlgno de que fuera más atendido por los actos políticos [crítica?], y no dudando de que el día de hoy, quedará grabado para siempre en la mente de los entusiastas soldados que en estas aisladas montañas, tiene el digno coronel de Tetuán Don Fernando Moltó Ocampo».

El testimoni firma com Chi-pu-diel, pseudònim indesxifrable, però una cosa està clara. Eixe dia hi hauria festival per les tavernes morellanes, tant per part dels locals com dels pobres soldats que feien la mili, en uns anys que estaven per venir molt difícils. Però en aquell moment era hora de gaudir de la vida…

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