“Empecé por afición y acabé demostrando la existencia de los dinosaurios en España en el cretácico”

“A Morella si la miras bien nunca podrás apartarte de ella”

Bernabé Sangüesa

Paco Yeste Royo, de 85 anys, porta vivint a Morella des dels 25. Durant tota la seua vida ha sigut una persona essencialment treballadora i compromesa en allò que creia. Una persona de tantes que va perdre el seu pare en la maleïda Guerra Civil i que va començar a treballar de pastor amb tan sols set anys. En una extensa xerrada amb molts moments emotius i de fortes rialles que hem intentat resumir en aquestes línies Yeste ens conta el que ha estat la seua convulsa vida des de la mili, fins a tots els treballs que ha tingut de pastor, pintor, obrer, restaurador, paleontòleg i molts altres que ha desenvolupat.

Com no podia ser menys repassem també la seua relació amb els dinosaures, des del primer fragment que hi va trobar fins a la creació del Museu Temps de Dinosaures. Aquest tema, la seua major i desenvolupada passió, li ha portat molts maldecaps i problemes, però ací recordem la part amable d’un patrimoni moltes voltes oblidat i menyspreat al nostre territori, especialment pels polítics que són els que tenen l’última paraula. Yeste es pot considerar el precursor de la paleontologia a Morella però també a la resta d’Espanya i el que li devem com a societat és reconèixer-li la seua lluita constant per mantenir sempre les restes en mans de Morella a la que queda clar que estima tant o més que els nascuts a la localitat. La seua xicoteta tenda davall de sa casa o als horts del convent ha donat fe de la peregrinació durant dècades de molts amics i centenars d’interessats en els dinosaures.

Al llarg dels anys ha obtingut diversos reconeixements per la seua tasca però el que destaca és el que en 2016 l’Ajuntament de Morella li va concedir per reconèixer-li el seu apassionat treball amb la creu de Santa Llúcia, la màxima distinció de la ciutat.

¿Cómo recuerdas tu infancia?
¡Ui! He sido un trota caminos yo, un culillo de mal asiento. ¡No he parado! Primero estaba con mi abuela hasta que tomé la primera comunión, luego marché al Carpio, en Córdoba dónde estaba mi madre. Yo a los siete años ya me fui a trabajar al campo y hasta los catorce que salí para ser aprendiz de un pintor, luego a la construcción y después con diecisiete años a trabajar a una fábrica en Toledo cargando sacos que pesaban más de cien kilos. A los dieciocho ya volví al pueblo donde me crié, en Villanueva del Arzobispo, en Jaén. Estuve muchos años trabajando en la construcción en Córdoba hasta que entré en quinta que eso ya fue con 22 años y entré al servicio con 23 porque los cumplo en reyes.

Antes de entrar en la mili estuviste por ahí sobreviviendo ya.
Sí, antes trabajé para los altos hornos de Vizcaya en Sagunto, allí estaba muy bien pero como era un trotamundos me fui por ahí a buscar suerte y en la empresa me hicieron un salvoconducto para circular por motivos de trabajo por toda la frontera y esa era mi ilusión, que si me daba la gana podía pasar un día a Francia, ser libre. Luego marché a Barcelona y yo iba siempre con la bicicleta y la guitarra a todos lados, allí fui en tren y facturé la bici. Al llegar a la estación, yo no lo sabía, en Barcelona era fronterizo y cuando bajabas del tren o autobús te cogían en una furgoneta al palacio de Montjuic, donde ahora hago las exposiciones, y allí en los patios metían a la gente. Yo aquel día fui a por la bici y me escapé tranquilamente. Fui a parar a Sants, en unos días encontré trabajo y llamé a mi tío que era peón para que se viniera a trabajar. Fui a buscarlo a la estación y al salir, tonto de mí que no sabía nada, me cogen a mí y a mi tío, yo ya pensaba que era un criminal o algo. Me enteré de que el que no tenía trabajo lo devolvían y les dije que trabajaba, entonces llamaron a la empresa y les dijeron: “Este hombre lleva nueve años trabajando para nosotros, ya nos extrañaba que no viniera en tres días”. ¡Qué puta casualidad! Porque aquel Francisco Yeste hombre era un hermano de mi padre, no yo, y cómo solo puse el primer apellido no se enteraron de que no era yo y salí de allí. Mayor casualidad es porque este fue el que cogió el puesto de mi padre cuando mi padre desapareció en la guerra. Lo cogió él y a nosotros nos tiraron a la calle, tuvimos que ir a pedir limosna por ese mundo… mi madre con tres niños que los tapaba con una manta… Ese fue el culpable de que nos tuviéramos que ir de nuestra casa. Mi padre desapareció en la guerra y él aprovechó la ocasión para que mi tía nos tirara de su casa, mi madre ya no era nadie y los sobrinos se ve que no importaban. Puede que fueran de derechas y mi padre de izquierdas y las malas políticas llevan eso.

¿Cómo fue la etapa en el ejército?
Allí no estuve mucho tiempo porque me pilló la guerra de Sidi Ifni y aunque yo me apunté voluntario para irme, el teniente no quiso que me fuera porque estaba haciendo unos trabajos al cuartel de mucho interés, ya que iban a venir los americanos a hacer una inspección a los cuarteles de Madrid. Cuando terminé caí enfermo porque no me sentó bien lo militar, cogí una depresión y ni comía ni nada. Además como yo siempre he dormido muy poco hacía las guardias de todos los amigos. Un día vino un general a sustituir a Luis Díaz Alegría y un día me preguntó: “¿Qué a usted le duele algo? Porque estoy observando y cada día le veo peor”. En aquel momento estaba haciendo el cuarto de las baterías, aquello era muy delicado y a veces no iba ni a dormir. Un teniente muy malo que había siempre me estaba amenazando porque no se acababa, un día me enfadé y tuvimos palabras fuertes, entonces el tío me saca el sable, me pone contra la puerta y me dice: “Voy a pincharle como una anchoa”, y lo le dije: “Si tuviera cojones ya lo hubiera hecho hace días”. Justo entonces el general lo oyó del otro lado de la puerta, salió a ver que pasaba y me dio un permiso. Mira si estaba cao que en el tren perdí el conocimiento y alguien me llevaría a casa, allí estuve los 40 días de permiso intentando enderezarme.

¿Llegaste a volver?
Justo entonces vino la revisión y a mi trabajo le dieron el primer premio de todos los regimientos de Madrid. En agradecimiento aquel general, que ya se iba, dejó el despacho mi licencia ocho meses antes de terminar, con tan mala suerte que en el viaje de vuelta tuve un accidente ferroviario llegando a Córdoba y ya me ingresaron en el hospital donde pasé las mías durante dos años… La cuestión es que cuándo llegué a Morella aún no estaba fuera del ejército, de hecho estado aquí me llamaron unas cuantas veces para que fuera a examen de la mano que la tuve impedida bastante tiempo y una vez de tantas que fui me querían dar por inútil o auxiliar, con una paga. Un día tan cabreado con todo ya en el tribunal les dije de todo y les grité: “Si alguna vez tengo que pegar un tiro vestido de militar miraré a quien se lo pego”, mientras les señalaba. Claro, renuncié a la paga y a todo. Luego en Morella debía volver a revisiones y no quería. Un día el teniente, del que era muy amigo, me dijo: “Yeste ya no puedo ocultarlo más, saben que está aquí en Morella y yo tengo que atestiguar que está aquí porque si no está como prófugo”. Me pedía que firmara la cartilla, pero nada, él que tenía que entregarme y yo que nada. Todavía no estoy ahora con la absoluta. ¡Soy un prófugo! (risas)

Aquí venías de Valencia.
Antes de venir a Morella estuve en Valencia de encargado haciendo la iglesia de Nazaret, que luego la tumbó la pantanada. Allí hacía trabajos delicados con ladrillo a la vista, todo trabajos mudéjares, unos trabajos a mano, chico… que no quiero morirme sin ir a verlo. Cuando terminé subí aquí a hacer las escuelas y ya no me moví. Aquí llegué con 25 años, pero antes hice recorrido eh. El quince de abril de 1960 llegué a Morella, con la primera persona que hablé fue con la hermana de Fidel, el de la imprenta, luego fuimos al Ayuntamiento para ver dónde estaba el trabajo.

¿Cómo recuerdas esos trabajos?
Aquí empecé haciendo la antigua escuela, donde ahora está la guardería, también algunas casas de las que la primera de todas fue la de casa Pere, tenía que hacer muchas cosas como el Cid o el Cardenal Ram, pero tenía demasiado trabajo. También estuve un año dedicado a la trufa buscando por ahí. En el 62 íbamos tres, mi hermano, yo y uno de Forcall por los puertos de Monte Caro y no nos perdimos, pero se nos hizo de noche. Allí hay un single que divide el Mediterráneo y la parte de dentro que empieza en el término de Beceite y para subir arriba solo había un punto para subir gateando de mala manera, pero se nos hizo de noche, con niebla y nevando y no lo encontramos. Hasta el pueblo nos quedaban cuatro horas y había que escoger entre morir allí de frío o inventar algo y bajar, después de andar mucho decidí que teníamos que tirarnos desde arriba a la copa de un pino de los que subían desde abajo, como aquí al lado de la muralla, y bajar. Mi hermano Juan era un cagueta, pero todo lo que yo le mandaba lo hacía, pero Garrandilla no había manera. Yo iba por detrás convenciéndolo mientras él decía que allí se quedaba para morir hasta que lo pillo de cara, le pego empujón y sí que se agarró, sí. (risa). Al perro lo bajamos atándolo con los cinturones que cuando llegó abajo pobrecillo estaba medio ahogado.

Seguiste unos cuantos años de albañil. ¿Cuándo lo dejaste?
Mi hermano se puso enfermo, se marchó a Valencia y yo ya fui quitando a gente porque me iba haciendo mayor y ya no tenía ganas. Al final me fui quedando sin trabajadores, no cogí ningún trabajo más y cerré la empresa.

Entonces te dedicaste más a buscar dinosaurios.
Me dediqué a las ferias, a la restauración de muebles y cosas como la venta de antigüedades aunque yo ya me dedicaba antes a eso. Yo era muy aficionado a dibujar castillos y no podía tener mejor lugar para hacerlos. Aprovechándome de los encantos que me ofrecía esta bella ciudad y su entorno empecé una serie de dibujos y paisajes que después expuse al público debajo de casa, allí estaba Amparo, mi mujer, para visitar la exposición y después vendíamos cosas. Mis hijos trabajaban en el taller conmigo y ahora Javier tiene la tienda y cuando se puso el museo Laura pudo entrar allí y ya me quedé solo.

¿Qué te mueve a empezar la búsqueda de fósiles?
En una de mis salidas habituales realizando un dibujo observaba frente a mí una piedrecita de forma rara que distraía mi mente y decidí extraerla e investigar sobre ella. Entonces me dirigí a un aficionado local que me dijo: “Esto es un fragmento de dinosaurio, pero no tiene importancia, hay algunos desperdigados, hace unos años encontraron unos grandes restos creyéndolos de gran interés científico y los mandaron al Museo de Ciencias Naturales de Madrid para su identificación”, lo peor fue la respuesta que les dieron desde allí argumentando que: “Agradecemos la confianza depositada en nuestra entidad, pero consideramos que son de un arrastre fluvial de otros continentes por lo que carecen de interés científico”. Yo no podía entender que por, según ellos, no ser de España, no tuvieran ninguna estima. Sin tener en cuenta esta valoración dediqué mi tiempo libre a rastrear estratos con la sola idea de encontrar algo para satisfacer mi ilusión que más tarde se convirtió en un reto a la ciencia demostrando con hechos reales la existencia de los dinosaurios en España en el periodo cretácico. La ciencia lo tenía en la ignorancia y mantenía que aquí no había dinosaurios, yo tenía claro que estos animales habían muerto aquí. Además fui haciendo contactos y encontrando las mismas piezas que estaban catalogadas en Bélgica y Gran Bretaña. Contactando con expertos de allí lo aprendí todo. Poco a poco descubrí la importancia, tamaño y calidad de los yacimientos de esta zona.

Fuiste el precursor de los dinosaurios en Morella y en España.
Sí, las primeras publicaciones que salieron en España venían de aquí. Nos daban unas ayudas de la Diputación para que yo trabajara en ello aunque yo nunca quise nada de nadie, quería hacerlo yo solo y para Morella. Fueron dos publicaciones que rodaron por todas las universidades del mundo, en la primera me pusieron verde, decían que estaba loco, que los dinosaurios solo existían en la cabeza de Paco y que ponía en evidencia a la ciencia. Pero cuando pude demostrar que los dinosaurios habían muerto aquí ahí ya se arrodillan y no tienen más remedio que darme la razón. Ya lo dije cuando me dieron la medalla en 2016. ¡Rectificar es de sabios!

¿Y fue entonces cuándo lo hiciste público?
Durante los diez años de investigación los restos obtenidos eran numerosos y ya no era un capricho. Entonces era el momento de crear un lugar y exponerlos al público, para eso era necesario declararlo todo a las autoridades y así lo hice en 1976. Pero durante muchos años tuve los restos aquí en casa expuestos en el museo de pintura donde entraba mucha gente que me facilitaba información porque aquí no había absolutamente ninguna. Mis trabajos se terminaron en el año 1984 cuando la entrada en vigor de la ley de patrimonio prohibió las intervenciones arqueológicas a los aficionados.

Y luego con todo tu trabajo hicieron el museo Temps de Dinosaures.
Eso fue en 1992 cuando las autoridades locales me propusieron crear el museo que durante tantos años había deseado. Entonces les hice la entrega de todo el material obtenido durante 28 años de trabajo con la única condición de que fuera la ciudad de Morella la beneficiaria. Después de meses por fin en 1994 se creó el Temps de Dinosaures en Morella haciendo realidad mi sueño. Hasta entonces los huesos los tenía yo en mi casa escondidos, los más grandes debajo de la cama porque me decían que me los robarían. Pues cuando nació Rocío, Tosca que hizo de comadrón como hacía de todo, apoyaba los pies debajo de la cama y decía: “¿Coño que hay aquí que me estorba?” (risa) Esos grandes del museo estaban allí debajo.

¿Cómo eran aquellas salidas para buscar dinosaurios?
La asociación se montó con la condición de tener un apoyo para el museo en la que había mucha gente como Torrebale, Jesús Royo, Marian, Javi Carcellera y muchos más. También se hizo con la idea de salir por los estratos y ver si algún yacimiento se está estropeando o si sale alguna pieza, básicamente para la protección del patrimonio. Desde entonces todos los años hacemos una salida a algún sitio aunque antes íbamos a todos.

¿En qué tipo de terreno encontramos los fósiles?
En la arcilla, en las capas grises y rojas, entre una y otra. Donde no hay estas dos capas intercaladas no hay nada, lo demás es todo marino. Aquí donde más llegué yo a descubrir es la parte del Moll, toda la zona de la Parreta, la masía Querol, Sabater, la Reineta hasta llegar a la Torre Gargallo y el mas de Palau. Luego también había muchos marinos en el Beltrán, justo donde está el cruce hacia Cinctorres había muchos restos de cocodrilos y aún salen dientes. En la Teuleria también salían peces, pero eso en muy poco espacio cambia mucho. Todo el terreno siempre te da una pista de dónde vas y si encuentras un trozo de caracolito ya sabes que hay más caracoles. Pero el verdadero problema es que al aflorar a la superficie se degrada muy rápidamente por grande que sea, si se ha consolidado bien aún pero si no la tierra aprieta y los hace pedazos.

Además también has investigado fuera de aquí.
Sí, estuvimos unos quince años yendo a investigar a la Rioja. Las huellas de allí las descubrimos entre dos chicos de San Sebastián y yo. Luego de allí nos echaron como perros al salir la ley de patrimonio, sacamos los huesos nosotros, pero han figurado otros, suele pasar. Entonces yo trabajaba para sacar las piezas en varios sitios, primero hacía las momias y después se sacaba porque cada hueso sale completamente destruido y hay que reconstruirlo con mucho cuidado. Yo para clasificar los yacimientos y los huesos me hacía un croquis que solo tenía yo diciendo los pasos de algo fijo como una carrasca, un poste o una roca. Eso era muy importante que no se supiera porque sino iban a robarlos.

Y todos estos materiales los ha llevado en ferias casi por todo el mundo.
Hemos estado una cincuentena de años yendo por las ferias. Nosotros vamos a ferias internacionales dónde todo son artículos de fósiles y minerales. Están especializadas en eso y se hace en Munich, que tendría que haber sido la semana pasada, o en lugares de Francia como Santa María de Mina que es la más importante. Coges el coche, lo cargas y nos vamos a la feria a más de 1.000 kilómetros muchas veces, lo hemos hecho hasta ahora que la pandemia nos ha retirado a todos. La de Francia era una semana entre ida y vuelta, luego también otra en Millour en el pre Pirineo o la de Bilbao que es muy importante y fuimos galardonados tres veces al mejor expositor. En Madrid nos dieron una placa homenaje concedida por la asociación de profesionales naturalistas de la que somos socios y en la de Barcelona que empezó en 1980 nos dieron una placa de homenaje por el Grup Mineralògic Català por nuestra larga trayectoria. Allí llevé unos cuantos años piezas de aquí de Morella con documentos para hacer dos exposiciones y darle un poco de grandeza a los fósiles. Después también hicimos otra exposición a Portugal pactada con el Ayuntamiento y con Gasulla que ya estaba aquí también metido en lo del museo, allí fuimos Gasulla, Cañero, Amparo y yo. Hicimos una en Lisboa y otra en Tomás y todo sin cobrar nada.

Además también te has dedicado siempre a la restauración de muebles. ¿Cómo lo aprendiste?
Por intuición propia, porque a mí me pasa que me pongo a hacer una cosa de estas y se me da bien, he hecho tallas de madera y de todo que me lo quitaban de las manos porque no había nadie que restaurara muebles de tipo rústico, clásico sí, pero rústico nadie. Entonces había muchas cajas de ropa y armarios que después de trabajarlos se vendía muy bien. Como yo en esta vida he hecho más horas que un esclavo levantándome a las seis de la mañana todos los días y ya me iba al taller en invierno y verano… Por aquí había poco pero me iba a los encantes a Barcelona y allí compraba muchos muebles y los arreglaba. Todo lo vendíamos en la tienda del huerto, primero estaba Amparo hasta que se jubiló y luego yo que me jubilé a los 80 años, mira si estuve tiempo pegándole.

Y también trabajaste la alfarería.
También me dediqué a la compra y venta de alfarería antigua que con la aparición del plástico se quedó sin utilidad y olvidada a historiadores y comerciantes. No obstante durante varios años conseguí información suficiente de los lugares donde fueron hechas las piezas y los alfareros que las fabricaron. Esto animó a los aficionados a formar colecciones de gran interés y museos como el de Morillo de Tou en Ainsa del cual soy socio.

Además te adentraste en el mundo de las palomas.
Sí, allá por los años ochenta un grupo de amigos montamos una sociedad de colombicultura de palomos deportivos, fui uno de los presidentes y mis palomos fueros premiados varias veces. Pero el incremento de las aves rapaces acabó con todo porque nos mataban los animales.

Y acabamos repasando tus años en el fútbol comarcal.
Eso fue a finales de los 70 cuando unos amigos formamos cuatro equipos de futbito para hacer un campeonato con los nombres de Hostal el Cid, Molduras Aguilar, Molinos y Paleontología Yeste. De todos ellos salieron voluntarios para formar un equipo de fútbol que lo federamos por primera ver en 1983 y empezó a competir en la temporada 84/85. Poco después me hice cargo del equipo del que fui entrenador y presidente. Primero jugábamos en el campo del Prat de Morella y con el cambio a la Fàbrica de Giner dejé el cargo definitivamente.

¿Estás satisfecho de haber vivido gran parte de tu vida en Morella?
Hay un dicho que yo lo digo a mi manera y es que: “a Morella si la miras bien nunca podrás apartarte de ella”. Así lo he hecho yo, he cumplido con el dicho acompañado de mi esposa a la que conocí nada más llegar y ahora de mis cuatro hijos y cinco nietos, todos ellos residentes en Morella.

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